Hace una semana fui una más.
Al llegar a mi trabajo, al frente habia una pequeña minina a la intemperie, mojada con la llovizna de las 6 de la mañana. Y yo apurada, te miré, me apené, pero no hice nada, NADA, N.A.D.A, N-A-D-A :'(
Y entré a mi centro de labores como con el corazón en la garganta.
Al salir no la vi, quería reconfortarme diciendo que quizá otra persona la rescató y ahora está a buen recaudo. No supe de ella, hasta el día siguiente, cuando salí del trabajo.
Caminé hacia la esquina y la encontré en una vereda.
Ahi estaba, esperando que alguien la rescate, que alguien le expliqué porqué fue abandonada, que porqué tuvo que nacer para sufrir tantas penurias inmerecidas, innecesarias e injustas.
Ahi estabas pequeña, sin mover los ojitos, sin mover las patitas, sin llorar, sin ningún maullar.
Y ahi estaba yo, desconsolada y con el corazón en pedazos porque fui una más, una más que pasó por tu costado e hice como si no fuera nada conmigo.
Ahi estabas tendida, sucia, mojada, dormidita eternamente.
Mis lágrimas no concibían tanto dolor y acongojamiento porque fui yo también otra culpable de tu muerte, de que no llegaras a conocer el amor y el cariño, de que no hayas probado ningún tipo de alimento, ni agua. Que hayas sufrido antes de morir. Fui yo quién también te condeno a muerte.
Miles de "perdónames" no serían suficientes. Tú valías mucho, querías vivir, perdóname, perdóname, perdóname, pequeña. Perdóname.
Lo siento
lunes, 27 de julio de 2015
Pequeña, perdóname
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario